martes, 5 de marzo de 2013

Twilight Princess (XXV)

(¡Hola!
    Sí, lo sé, soy una pesada integral. Sin remedio. Peeero, tengo que decir un par de cositas. Si no os importa. ¿Me dais un momento? ^-^
      La primera es que definitivamente he vuelto. Espero poder mantener la calidad del Fan Fiction como hasta ahora, aunque de aquí en adelante me interno en terrenos un poco más desconocidos, así que disculpadme si meto mucho la pata. Las líneas temporales son una cosa que aún se me escapa un poquito. Podéis gritarme si digo alguna burrada. Pero gritar constructivamente, ¿eh? ;) Hylian Light es un proyecto bastante grande, y tal vez me haya pasado un poco para ser el primer Fan Fiction que hago. Pero a lo hecho, pecho, a ver si al menos consigo que valga la pena :)
       También tengo que decir que me he hecho una cuenta nueva de Twitter (por si alguien que no sea del Fake [#SpanishFakeHyrule , recomendadísimos] quiere seguirme). La cuenta nueva es @Greycub19, me haré otra para el Fake cuando acabe con los hospitales. No tengo ni idea de qué personaje cogeré... si retomaré al viejo o cogeré otro OC de este Fic. Pero me estoy desviando del tema, perdón xD
      Por último, no puedo saber cuándo subiré entradas nuevas. La universidad se come mi vida, como sieeeempre. Y eso que mi carrera es de las fáciles. Si llego a coger una tipo Medicina o Economía, igual ahora estaría metiéndome tiros. Así que, agarráos, porque subiré cosas a medida que escriba y revise. ¡Lo siento!
         Un saludo y un abrazo, 
                     L.)
    

Light

Brumas. Frío... frío... silencio.
Silencio.
Silencio.
Soy... aún... ¿cómo he vuelto? ¿Mi luz? Hace frío. No entiendo... ¿dónde...? 
¿Hola?
Silencio.
Recorro con la mirada todo a mi alrededor. Reconozco este lugar. Un lugar que no es un lugar, un sitio que no está hecho de cosas que puedas ver ni tocar. Un lugar que está más allá de la experiencia de los sentidos hylianos... envolvente. Acogedor.
Mi hogar.
El plano espiritual. Estoy en casa. La luz se arremolina a mi alrededor, luz pura, en delicadas espirales. Vuelvo a ser lo que siempre he sido, espíritu, energía... la alegría de la liberación me invade, un alivio profundo. Siento mi esencia titilar, emitir suaves pulsaciones de luz en el remolino de energía que es nuestro plano. Libre, libre de las cadenas del ridículo cuerpo hyliano que habité... libre al fin, en casa, a salvo. Lejos de Hyrule y todo el dolor. Lejos de todo.
Pero, si estoy en casa... ¿por qué siento frío?
¿Hola?
Llamo de nuevo, pero no hay respuesta. Emito una onda de luz, veo como se aleja entre las brumas de mi mundo. Esas brumas que no recuerdo que estuvieran ahí.
Comienzo a asustarme. Sé que no debería temer nada en este lugar, pero en cierto modo, es como si estuviera y no estuviera aquí. Porque el frío aún me invade, y esa sensación pertenece a los hylianos y humanos, no a los espíritus. Y esas brumas... esas brumas y la soledad. No es que los espíritus busquemos la compañía, pero no es habitual este silencio.
¡Hola! grito, empezando a asustarme. Y con el miedo, llegan las demás emociones.
Y los recuerdos.
¡Link!
¿Dónde estoy? Lanzo ondas de luz al aire, los gritos de conciencia con los que los espíritus nos comunicamos. ¿Dónde estoy? ¿Qué ha ocurrido? El dolor. Esos ojos como rubíes ensangrentados... todo está difuso, todo se pierde, como si me faltase la mitad de mi ser. Trato de alejarme, pero las brumas nunca se acaban, sigo, incansable, llamando, llamando, suplicando... Din, Nayru, Farore... ¿dónde estoy?
Me revuelvo, trato de alejarme de este dolor, de estos recuerdos que tengo solo a medias. Escenas fragmentarias. Un niño rubio gateando en el suelo del bosque, con unos ojos que eran más azules que el mismísimo cielo. Riéndose. Esa risa. Esa mirada, esa sonrisa que era un reflejo de tantas cosas...
Grito, lloro, me revuelvo. Era mío, diosas, ¡era mío! ¿Dónde estoy? ¿Por qué? ¡Os lo entregué todo mil veces! Diosas... ¿por qué?
Dejo de moverme. No tiene sentido. Las brumas no están allá donde quiera que vaya, simplemente yo no puedo alejarme de aquí. Algo me retiene, algo me ata. A medio camino. Ni hyliana ni espíritu. Siempre a medio camino. Siempre inútil...
Me quedo inmóvil y lloro, lloro como solo puede llorar un espíritu sin lágrimas y sin voz. Me dejo arrastrar por el dolor, por la separación que sé definitiva. Ya no puedo hacer nada, ni siquiera verle... ni siquiera... inútil. Inútil mota de luz perdida. ¿Qué me hizo creer que podría servirle de algo? Solo soy... luz... dolor... una niña. 
Nunca fui más que una niña. Una niña idiota que se dejó engañar. Es culpa mía. Todo es culpa mía. Culpa mía por ceder a lo que sentía. Porque lo que sentí estaba mal. Porque nunca debí sentirlo. Porque nunca debí confiar. Porque sabía que tarde o temprano uno de los dos moriría... y elegí ser yo. Da igual que lo supiera o no.
Todo esto es culpa mía.
Todo. Por volver a Hyrule, por intervenir. Debí conformarme con la existencia que las diosas me dieron. Debí desaparecer. Solo soy... solo era...
Lloro. Lloro mientras me aferro a su nombre, al recuerdo de sus ojos, a mi propio miedo. A todo lo que me odio a mí misma. Tenía los ojos rojos como un amanecer en Gerudo. Tenía los ojos rojos como mi propia sangre destellando en sus labios. Era...
Debí matarlo.
Nunca debí nacer.
Pero a pesar de todo...
Perdóname, Link.
El llanto me va ahogando por dentro. Desearía extinguirme. Pero sé que no lo haré. Me han privado incluso de eso.
Perdóname...

El tiempo no transcurre para los espíritus. Pueden haber pasado años o días, o tal vez solo minutos. Envuelta en mi dolor, experimento la eternidad mientras todo me abandona. Todo. Todo...
Levántate, niña espíritu.
La voz resuena como el tañido de una campana, me hace estremecer hasta lo más profundo de mi esencia. Alzo la cabeza. ¿La cabeza?
¿Qué está...?
Sigues anclada a ese cuerpo, niña espíritu, me responde la voz, profunda y amable. Parece querer consolarme, librarme del dolor. Pero no puedes volver a él.
Mi cuerpo... no puede existir en este plano, digo, confusa. Parpadeo un par de veces; es obvio que mi cuerpo sigue aquí. El cuerpo de Hashi...
No es tu cuerpo, niña, responde la misma voz, con infinita paciencia. Es un reflejo de lo que ocurre con tu cuerpo en Hyrule. Eres un espíritu muy joven, ¿verdad?
No lo sé, respondo, y es verdad. No todos los espíritus tienen conciencia de su propia edad. Recuerdo haber observado Hyrule desde hace siglos... pero la mayor parte de mis recuerdos se centran en Link. Antes de eso, sé que visité Gerudo. Y antes... antes estaba aquí. Sin más. Y qué más da. Él ya no está. Ya no están.
Deja de regodearte en tu dolor, niña espíritu, insiste la voz, y yo sacudo la cabeza. El pelo, o más bien la sombra fantasmal que es en este mundo, me ha crecido hasta los hombros. ¿Cuándo tiempo ha pasado?
Solo me queda el dolor. ¿Quién eres tú para darme lecciones? No sabes lo que he vivido... grito, furiosa. No me aferro al dolor. Me aferro a sus recuerdos, a los recuerdos de los dos. Al fin y al cabo, ¿qué otra cosa me queda?
Lo sé perfectamente. Y la autocompasión no te devolverá a Hyrule.
¡Nada me devolverá a Hyrule! grito, poniéndome en pie. Noto la presencia del otro espíritu, su fuerza, muy superior a la mía. Sé que no debería, que le debo respeto, pero no puedo más. Ya nada importa. Si lo enfurezco lo bastante como para que me extinga... si logro que me odie lo suficiente...
Si hago que me mate.
¡Vete! chillo, con todas mis fuerzas. ¡Lárgate, no te atrevas a decirme lo que debo hacer! ¡No te atrevas a interponerte en mi camino! ¡Nunca...!
No hay ninguno camino en el que interponerse, niña me responde la voz, con el mismo tono paciente que lleva usando desde que llegó. Estás anclada. Atada por tu dolor. Y te extinguirás en el.
No sabes nada, susurro, agotada, dándome por vencida. No sabes lo que es ser hyliano. No sabes lo que es sentir... no sabes lo que es ser un espíritu guardián.
Lo sé, niña, lo sé, me responde la voz, con un extraño tono de dulzura. Yo soy guardián de toda una región. Sé lo que sientes. Ahora imagínate sentirlo con cada uno de los habitantes de una región...
Lanayru, musito, al reconocer al fin la poderosa presencia que despliega su luz ante mí, en algún lugar más allá de las brumas. Sé que debería disculparme, pero no tengo ánimos para nada más. Confío en que el reconocimiento sea suficiente.
Volverás a la luz, niña espíritu. Pero jamás mientras sigas ahogándote a ti misma en el dolor.
Abro la boca para responder, pero Lanayru ya se ha alejado. Por lo que sé, el gran espíritu nunca ha sido de los más pacientes. Y tiene siglos de existencia a sus espaldas. Como espíritu, y como otras cosas...
Me dejo caer de nuevo, rodeándome las piernas con los brazos, apoyando la cabeza en las rodillas. Cierro los ojos, aprieto los párpados casi con fiereza.
No puedo rendirme. No mientras me quede un último resplandor. Las diosas me escucharon una vez. Pueden escucharme otra. Por él... por ellos... tengo una deuda que saldar.
Din, Nayru, Farore... sigo aquí.

Sigue leyendo... Twilight Princess (XXVI)

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